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Santa Marïa - F-81

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Marchando

martes, 29 de diciembre de 2009

Los años de la postguerra

El final de la guerra civil terminaba para la Armada Española el día 5 de Abril de 1.939 cuando arribaron al puerto de Cádiz los 3 cruceros, 9 destructores y un submarino procedentes de Bizerta (Túnez).Afectos a la República, habían quedado internados en aquel lugar el 7 de marzo anterior, tras abandonar la base de Cartagena en pleno deterioro de la situación interna en la zona republicana.
Perdidas durante la guerra.
Durante la contienda, se perdieron totalmente 2 acorazados, el crucero Baleares, 1 destructor, 7 submarinos, 1 cañonero, 2 torpederos, 4 lanchas rápidas, 2 guardacostas, 2 guardapescas, 1 remolcador y 1 auxiliar hidrógrafo utilizado como rastreador de minas.
Estas pérdidas no fueron compensadas por los buques de procedencia extranjera incorporados por ambos bandos como unidades regulares, y que representaron la aportación de 4 destructores, 2 submarinos, 1 cañonero y 13 lanchas rápidas torpederas. Todas ellas, excepto 4 lanchas, sirvieron en el bando nacional.
A la disminución de efectivos (se perdieron los últimos acorazados y la fuerza submarina no era más que un recuerdo) debían añadirse la falta de personal, los daños en bases y astilleros (especialmente en Cartagena y Mahón, seriamente dañados por los ataques aéreos) y, sobre todo, el estado de deterioro de la mayor parte de los buques, muy castigados por casi 3 años de lucha, con un mantenimiento apresurado e insuficiente dictado por las circunstancias bélicas, y que afectaba principalmente a los cruceros y destructores que formaron el núcleo de la Escuadra republicana.
Las pérdidas humanas no fueron menos importantes. Tan sólo el Cuerpo General de la Armada tuvo una disminución de efectivos del 59%, considerando tanto los fallecidos como los retirados por edad y los depurados por servir en el bando republicano. Pero aún resultó peor lo sucedido en el Cuerpo de Auxiliares, todos ellos oficiales técnicos ascendidos desde suboficiales por la República y que sirvió a ésta en su mayor parte, al igual que la marinería.
La reconstrucción
La situación de partida para la reconstrucción de la Armada no era la mejor, por no hablar de los daños sufridos por la base económica e industrial del país, arruinada por la guerra y sin la que toda Marina militar que se precie no puede sobrevivir. Los años venideros serían tan duros para la Armada como para el resto del país.
La era del almirante Moreno
La persona encargada de acometer la reconstrucción de la Armada durante la postguerra fue el almirante Salvador Moreno Fernández (1.886-1.966). Marino enérgico y competente, ocuparía el Ministerio de Marina durante casi 12 años (del 9-8-39 al 20-7-45 y del 20-7-51 al 24-2-57), desempeñando además, entre agosto de 1.939 y septiembre de 1.942, el cargo de Almirante Jefe del Estado Mayor de la Armada (AJEMA)uniendo así las funciones de tipo político y administrativo con las operativas y de planteamiento.

El problema prioritario a resolver era la falta de oficiales, sin los cuales no podría encuadrarse a los numerosos suboficiales necesarios para dotar buques cada vez más complicados. Siguiendo con la línea iniciada en 1.938 por el bando nacional, se unificaron las escuelas de oficiales en la Escuela Naval Militar, además, para compensar las pérdidas de guerra, se desarrolló un gran esfuerzo que permitió formar a cerca de 1.000 oficiales hasta 1.946. En esta labor destaca el traslado, en 1.943, de la Escuela Naval Militar desde San Fernando (Cádiz) a su nuevo emplazamiento en Marín (Pontevedra).
También reinició sus actividades en 1.945 la Escuela de Guerra Naval, creada 20 años antes y dedicada a la preparación del personal con destinos a puestos de mando superior y estados mayores.
Gracias a la formación de oficiales, en 1.944 se pudo poner en marcha la Escuela de Suboficiales de San Fernando, aprovechando la sede de la antigua Escuela Naval Militar, complementada con la Escuela de Mecánicos y diversas escuelas de especialidades, destinadas a formar un personal especialista procedente en su mayoría de marineros voluntarios.
El Programa Naval de 1.939
Una de las primeras medidas del ministro Moreno fue conseguir la aprobación por el Gobierno para un nuevo y ambicioso Programa Naval, convertido en Ley el 8 de septiembre de 1.939, y que, en el lenguaje oficial de la época, debía situar a España en el lugar internacional que por derecho e historia le correspondía. El año anterior, se planteó la construcción de 4 acorazados, 4 cruceros protegidos, 12 cruceros ligeros, 48 destructores, 48 torpederos, 50 submarinos y un número indeterminado de minadores, lanchas rápidas y buques auxiliares. También se incluían dos portaaviones de tonelaje aún no definido.
El futuro Programa Naval debía ser, un factor básico en el resurgimiento de la industria nacional, al actuar como un elemento multiplicador, c Una política plasmada en una abundante legislación al respecto que culminaría, en septiembre de 1.941, con la creación del Instituto Nacional de la Industria (INI).
El Programa Naval definitivamente aprobado en septiembre de 1.939 disponía la ejecución de 4 acorazados, 2 cruceros protegidos, 12 cruceros ligeros, 54 destructores, 36 torpederos, 50 submarinos, 100 lanchas torpederas, buques auxiliares en número impreciso, pertrechos y repuestos, la reforma y construcción de bases navales y escuelas y, finalmente, la ampliación de talleres y elementos de trabajo en las factorías propiedad del Estado. Para realizar este programa se autorizaba un gasto de 5.500 millones de pesetas, a invertir durante 11 años a razón de 500 millones de media por año, con flexibilidad para distribuir las cantidades no invertidas en algún año durante los siguientes.
El cambio más significativo en el programa, con respecto al estudiado en 1.938, residía en la eliminación de los dos portaaviones, consecuencia directa de la creación en agosto de 1.939 del Ministerio del Aire. Así pues la Armada hubo de renunciar a la posesión de su propia aviación.
En teoría, las fuerzas navales programadas debían situar al país dentro del reducido grupo de las grandes potencias de la época, con la correspondiente proyección internacional. En la práctica, la prioridad dada a la reconstrucción de los daños ocasionados por la guerra iba a absorber la mayor parte de los recursos financieros disponibles en los años venideros, por no mencionar la importante devolución que sufriría la peseta y que pronto privó de contenido a los 5.500 millones previstos inicialmente. Fallida la financiación propia, quedaba sólo el recurso a la ayuda masiva de alemanes e italianos, pero ésta se desvanecería rápidamente ante la evolución de los acontecimientos internacionales. Y es que una semana antes de promulgarse el Programa Naval, el 1 de septiembre, las tropas alemanas invadían Polonia, empezaba una guerra, al principio europea, que en 1.941 se haría mundial.....
Fuente:
http://www.angelfire.com

lunes, 7 de diciembre de 2009

A galeras..

Según el diccionario de la RAE, en una de las definiciones de galera puede encontrase " Pena de servir remando en las galeras reales, que se imponía a ciertos delincuentes. Echar a galeras, Condenar a galeras".
Las galeras antiguamente era una pena que se imponía a ciertos delincuentes y que consistía en remar en las galeras del rey. Se imponía por la comisión de delitos denigrantes o por reincidencia que no podían hacer prever la rehabilitación del condenado . La legislación de la época establecía que la pena de muerte impuesta por delitos calificados, robos, salteamientos en caminos o campo, fuerzas y otros delitos semejantes a éstos o mayores o de otro tipo debían conmutarse por la de galeras por más o menos tiempo, no siendo menor de dos años, atendiendo a las circunstancias de los hechos o a la condición de la persona, pero siempre que los delitos no fuesen tan graves que fuera imprescindible la imposición de la pena de muerte .
Los hombres condenados a las galeras eran denominados galeotes y como norma se asignaban cinco h
ombres para bogar en cada remo. La gente de remo o chusma estaba formada por condenados por sentencia judicial o esclavos turcos y berberiscos, aunque también hubo remeros voluntarios o buenas boyas que solían ser galeotes que, una vez cumplida su condena e incapaces de encontrar otro trabajo, volvían a la boga a cambio de una paga. A los galeotes se les afeitaba la cabeza para que fueran identificables en caso de fuga, aunque a los musulmanes se les permitía llevar un mechón de pelo, ya que según su creencia, al morir Dios les asiría del pelo para llevarlos al Paraíso. La ración diaria de alimentos suministrados a los galeotes consistía en dos platos de potaje de habas o garbanzos, medio quintal de bizcocho (pan horneado dos veces) y unos dos litros de agua. A los buenos boyas se les añadía algo de tocino y vino. Cuando se exigía un esfuerzo suplementario en la boga dura por el estado del mar o en vísperas de batalla, se daban raciones extra de legumbres, aceite, vino y agua.
En una galera la chusma estaba formada por unos 250 galeotes, a los que se le sumaba la gente de cabo, divida a su vez en gente de mar y gente de guerra. Cuando se extinguió la escuadra de galeras, se ordenó por pragmática de 12 de marzo de 1771 que los reos que hubieran sido condenados a la pena de galeras fuesen destinados a los arsenales de Ferrol, Cádiz y Cartagena, de modo que la pena de arsenales vino a sustituir a la de galeras. Por la Real cédula de 16 de febrero de 1785, se restableció la pena de galeras y de nuevo se ordenó que se destinara a su servicio a los presos que lo mereciesen, pero por Real Orden de 30 de diciembre de 1803 se dispuso que nadie fuese condenado a galeras por no hallarse éstas en estado de servir.
El reglamento provisional de 26 de septiembre de 1835, al clasificar las penas corporales, cita en el art. 11 la de galeras, mas no por esto puede deducirse que aún entonces estuviese en vigor, sino únicamente que el objeto de dicho artículo era enumerar todas las penas corporales ya estuvieran en uso o hubieran decaído en desuso.

Fuente:WIKIPEDIA